El conflicto existente entre la
industria extractiva y las comunidades no es nuevo ni original, es un conflicto
antiguo. invariante a la geografía, el país o la naturaleza del proyecto sobre
el que se desarrolla la oposición conflictiva. Se trata de un tema complejo y
difícil de resolver que erróneamente ha sido reducido a descalificar
permanentemente al contrario de manera que no sea posible lograr una
negociación efectiva. Los esfuerzos del Estado se han centrado en reprimir los conflictos, buscar
intermediarios y generar asimetrías basadas en la posición de poder político o
económico mientras que los esfuerzos de los líderes regionales que se irrogan
representar a las comunidades se han centrado principalmente en evidenciar el
drama de un Estado ausente y mostrar a la minería como la responsable del
atraso y pobreza local cual causante de todos los problemas que se tienen en
los alrededores.
Debemos reconocer que el
conflicto es generalmente utilizado como medio necesario para sacar el boleto
apropiado que les permite sentarse a la mesa de negociación en una mejor
posición que la que se tiene de manera natural en un escenario
pre-conflictivo. En ese contexto,
desaparecer el conflicto no es ni remotamente una opción válida o inteligente.
Lo que se requiere en realidad es administrar el conflicto de manera que pueda estudiarse
los intereses particulares de cada actor que genera conflicto para poder
trabajar con ellos en alinearlos a lo que realmente se requiere en beneficio de
la mayoría, la legalidad, el progreso y el bienestar general.
Es claro que la gran mayoría de los
actores en conflicto enmascaran descaradamente sus legítimos intereses
particulares, grupales o corporativos en temas de amplia aceptación
popular en la búsqueda de legitimidad. Es por ello que el tema ambiental se ha convertido en un tema perfecto para ser
bandera de muchos conflictos que en realidad esconden intereses particulares
que no dejan verse de manera directa y que son parte importante de la
negociación que permite resolver el conflicto y reducirlo hasta un nivel
razonable que incluso pueda agregar valor luego de una negociación exitosa
convirtiendo a la parte interesada en verdadero garante de los resultados de
la misma.
Recordemos que en muchos casos los
actores en conflicto adoptan posturas radicales, a veces ilegales y extremistas
que no contribuyen en nada en la búsqueda de una negociación exitosa. Esto les
permite controlar la situación inicial y obtener una mejor posición negociadora
cuando se tomen las decisiones que puedan comprometer el futuro de la mayoría.
Esto debe detectarse a tiempo para alinear los intereses de los actores problemáticos
y conducirlos a un escenario neutral, independiente y transparente que permita
concretar un espacio para la negociación con una agenda de temas concretos a
ser debatidos y revisados durante el proceso. No es sencillo pero tampoco
imposible y se debe hacer un esfuerzo razonable para ponerse en el zapato de
los actores en conflicto lo cual supone revisar nuestros más íntimos intereses
con amplia flexibilidad de manera suficiente como para intentar alinearlos con
los intereses de las otras partes en conflicto logrando detectar intereses
comunes sobre los cuales se pueda trabajar en forma exitosa.
El ejemplo más claro es el agua,
todos estamos interesados en el agua: las comunidades, las empresas mineras,
los empresarios, el Estado, los gobiernos locales y regionales, los ciudadanos
del campo y la ciudad, las instituciones y la opinión pública nacional e
internacional. No hay manera creíble de oponer el agua a alguna de las partes
en conflicto sin embargo algunos actores de manera poco creíble han tratado de
enfrentar el agua con la industria en general y con frecuencia con la industria
extractiva en particular. Eso no es razonable puesto que la industria
extractiva requiere agua para sus operaciones y sus operaciones no podrán ser
viables si no genera un proyecto
que tenga un balance de agua positivo
que agregue agua de manera consistente. La minería moderna ha dado importantes
muestras de ello.
La minería contribuye con la
construcción de presas en las partes altas de las cuencas para retener el agua
de las lluvias de manera que pueda colectarse caudales suficientes para
estabilizar el consumo de las comunidades locales, preservar el uso de aguas
neutras y aportar agua para las actividades agrícolas e industriales. De igual
forma la minería contribuye con la construcción de diques de retención para
cerrar microcuencas, recuperar bofedales, forestar, revegetar y desarrollar
sistemas ancestrales como las amunas para retener el agua de manera que pueda
infiltrase evitando la escorrentía y reteniendo el agua para cargar
apropiadamente la napa freática. La minería peruana ha logrado predecir,
evaluar y controlar el comportamiento hidrogeológico subsuperficial y
subterráneo de sus operaciones y su área de influencia directa e indirecta
mediante la inclusión de modelos hidrogeológicos completos en sus Estudios de Impacto Ambiental antes del
inicio de sus operaciones. Sin embargo existe mucha desconfianza de los
resultados de los estudios y del papel del Estado como revisor, generándose el
escenario perfecto para que terceros interesados asuman el rol de protectores y
bajo la bandera ambiental pretendan impedir el desarrollo de proyectos
extractivos
.
La
confianza es sin duda la clave del éxito y lograr generar confianza requiere un
esfuerzo que no se logra de la noche a la mañana. Es un proceso lento que
demanda la participación de actores legítimos e independientes de amplia
credibilidad para enriquecer el debate y analizar las posiciones de las partes.
Solo la confianza genera la base para lograr un escenario que permita obtener
soluciones de consenso en beneficio de todos de manera que los proyectos puedan
desarrollarse agregando valor para todas las partes interesadas. Es un tema
difícil y complejo, muy propio de la naturaleza humana que no requiere
mediadores sino más bien especialistas en las distintas disciplinas que
intervienen en un conflicto así como la más amplia voluntad de las partes para
resolver los problemas y lograr desarrollar sus legítimos intereses sin afectar
el desarrollo y bienestar de la mayoría.
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