sábado, 29 de julio de 2023

Críticas a los métodos tradicionales de valorización de activos, empresas y proyectos.

 

La valorización es el proceso mediante el cual en base a ciertos criterios, fundamentos, bases y condiciones de contexto se asigna un valor especifico para un activo, proyecto o empresa correspondiente a un momento determinado del tiempo. Este proceso es complejo y requiere de tener un razonable conocimiento del modelo de negocio para poder determinar una estimación de valor con fundamento y propiedad.

Un primer tema de reflexión es que los principales cuestionamientos a los métodos tradicionales radican en la potencial fragilidad de la aplicación del fundamento teórico a la práctica regular de valorización. Un claro ejemplo de ello es el tradicional método de flujos de caja descontados (DCF) que implica que el valor de un activo, empresa o proyecto se determina como la suma de los valores presentes de los flujos de caja futuros que de él puedan generarse, adicionando un valor terminal. Es decir, el valor está sustentado esencialmente a partir de los flujos de caja futuros que puedan generarse por su actividad o por su existencia. Esto implica determinar una proyección razonable de dichos flujos de caja (FCi), seleccionar un ciclo apropiado de corto y mediano plazo (n), identificar una tasa de descuento o costo de capital promedio ponderado para el capital invertido (WACC), determinar una tasa de crecimiento para los ingresos y determinar una tasa de crecimiento esperado del negocio (g). De esta manera:

Desde luego suena y se ve elegante, parece científico y corresponde a un modelo matemático razonable. El problema con este método de uso académico principal es la confiabilidad de la predicción (se requiere predictibilidad de los flujos de caja) y la argumentación o fundamentos de la proyección. Es decir, la mayoría de las veces se usa este método cuando la empresa ya opera y se presume que el comportamiento de los flujos del pasado se repetirá como patrón hacia el futuro, pero siendo razonables debemos también pensar que frente a un mundo de mercados cambiantes este supuesto mágico de proyección no es correcto y puede inducirnos a grandes deviaciones del valor finalmente estimado. Aún si superamos este primer cuestionamiento nos enfrentamos a un segundo problema y es cómo determinar la tasa de descuento correcta, en especial el costo de capital de la fracción de capital propio, la prima de riesgo correcta para el inversionista y el valor apropiado del Beta a utilizar como estimador para ello. Adicionalmente, claro está, surge el problema de cómo determinar un correcto valor para la tasa de crecimiento del negocio (g) para la determinación correcta del valor terminal teórico. Esto implica muchas variables en movimiento que asumimos como constantes casi desde el inicio, como valores ya dados, pero de cuya certidumbre depende toda la valorización.

De igual forma tenemos los llamados métodos alternativos o métodos de múltiplos de márgenes y similares muy conocidos en el mercado (xEBITDA y similares). Estos métodos proponen que el valor de un activo, empresa o proyecto puede determinarse a partir de múltiplos por una razonable comparación con el valor de otras empresas de tamaño o condición similar cuyo valor resulte conocido (sea por estimación de datos de mercado o por el conocimiento del valor de transacciones previas). El problema con este método es la suposición intrínseca de que las empresas son comparables. Esto no es ni remotamente razonable. Ninguna empresa es igual a otra, ni parecida, ni aproximada y mucho menos para efectos de comparación de valor, tienen gerencias y administraciones (management) distintas, han sido creadas en distintas condiciones, han operado en momentos distintos del tiempo, con distintas propuestas de valor, con distintas palancas de desarrollo, con una maduración distinta y bajo condiciones que a nivel de determinación de valor solo pueden ser meros valores indiciarios de comparación y/o métodos complementarios más que un método serio de estimación de valor. Sin embargo, se trata de métodos muy utilizados por su practicidad y rapidez de calculo para formarse una idea y el mercado los acepta rápidamente y los pone a disposición de los inversionistas de manera regular como práctica estándar.  

Un segundo tema de reflexión es que pasa cuando se trata de empresas nuevas, startups, emprendimientos o proyectos. La mayoría de los especialistas coinciden en que en estos casos al no haber data histórica de flujos es imposible determinar flujos de caja más allá de lo que pueda decir el plan de negocio (BP o Business Plan) y por lo tanto aplicar el método DCF no tiene sustento ni es aplicable. Esto ha llevado en la mayoría de los casos a la simple estimación de métodos alternativos de comparaciones por múltiplos que también resulta absurda por que los emprendimientos y las innovaciones sencillamente no son comparables. En estos casos deberíamos esperar obtener una valorización razonable a partir de la reflexión analítica que pueda hacerse en razonar un valor creíble para la combinación entre propuesta de valor y management (ambos obviamente reflejados en el BP). En este contexto el modelo de ingresos del BP es aire y no representa nada en tanto no refleje esa exacta combinación de generación propuesta de valor y management traducida a flujos. Esto es particularmente difícil de expresar para los emprendedores y difícil de creer para los inversionistas (por lo que usualmente castigan los flujos en función a que tan creíbles son y que tan probables son de convertirse en efectivo real en los plazos previstos del BP). Esto significa que el inversionista sofisticado solo ingresará al emprendimiento si cree que su inversión puede llevar al negocio al siguiente inmediato salto de valor del mismo (que a la vez es su criterio de salida), en ese caso la inversión es razonable sin descartar que desde el punto de vista del inversionista también puede aprovecharse la potencial oportunidad de salto de valor cuando el emprendimiento esta a punto de entrar en fase de crecimiento por entusiasmo del mercado (llamado a veces FOMO) pero claro esto es mucho mas difícil de anticipar y en caso de no hacerlo el precio de entrada será otro. En resumen, en este caso no hay una forma definida y exacta para la valorización del emprendimiento que no sea una clara esperanza de acercarse al salto de valor del negocio a un precio de entrada razonable teniendo en ese momento un valor de salida definido desde el punto de vista del inversionista.

Esto nos lleva a un tercer y más complejo tema de reflexión y es la valorización del intangible (principalmente capacidad del management, modelos, patentes, franquicias, capital intelectual y capital relacional). La mayoría de los métodos de valorización tradicional han tratado de estimar el intangible por aproximación de lo que el intangible puede lograr como utilidad marginal adicional sobre el flujo de efectivo lograble de manera tradicional. Esto supone que el valor del activo, empresa o proyecto genera una dependencia sensitiva del valor del intangible que pueda ser materia de una potencial transacción. Para ello es necesario establecer mecanismos que aseguren para el inversionista que el intangible se queca en la adquisición (contratos de confidencialidad y acuerdos de uso de intangibles) hasta adquirir el conocimiento (capital intelectual de la empresa mediante data room) para que el valor del negocio sea sustentable. Este proceso no es sencillo pues requiere asegurar que el fundamento de valor esta intrínsecamente asignado a segmentos específicos de capital intelectual y capital relacional que el valorizador pueda definir, analizar, evaluar y argumentar de manera razonable para una valorización efectiva. Un reto constante que debemos asumir cada vez que hacemos valorización de activos, empresas y proyectos en el mercado.


Max Schwarz - B&G Capital mining2x@gmail.com  mschwarz@bygsac.com