Las
técnicas tradicionales de entrenamiento de entrenadores han fracasado en su
intento de lograr entrenadores exitosos y se han limitado a producir
calificaciones para entrenadores que siguen una rutina clásica de entrenamiento
basado en sistemas de comunicación personal, expresión oral y manejo de presentaciones
para los futuros instructores con resultados poco exitosos y la subsistencia de
grandes limitaciones que no han podido ser superadas.
La
idea de entrenar al entrenador es profundamente valiosa y requiere una
especialización profesional que no todos los programas tiene la capacidad de
ofrecer al mercado. En esencia se trata de formar especialistas profesionales que
puedan transmitir a la vez conocimiento y experiencia para lograr desarrollar
habilidades en el proceso de instrucción de campo. Este proceso es complejo y
parte de una selección rigurosa inicial de los aspirantes a instructores o
entrenadores para verificar sus habilidades básicas antes de emprender el
proceso de formación. Estas habilidades incluyen desde luego habilidades de expresión
oral y escrita, redacción, comprensión de lectura, capacidad de síntesis, pensamiento
esquemático, potencial de escucha, habilidades para priorizar y centrar los
temas, manejo de objeciones, capacidad reflexiva y pensamiento lateral para
organizar equipos de trabajo. Estas capacidades no se adquieren en un curso, se
adquieren con la práctica regular y con la experiencia docente en el manejo de
situaciones similares en escenario de entrenamiento complejos. Recordemos que
no siempre un buen técnico especialista es necesariamente un buen instructor,
no todos los gerentes son buenos explicando o dando capacitación. Se requiere
verdaderas habilidades docentes para realizar entrenamiento especializado de lo
contrario la partida no es la apropiada y por lo tanto la probabilidad de fracaso
en el proceso formativo de instructores aumenta.
El
entrenamiento de instructores o entrenadores requiere una base en la
calificación previa de los mismos o en su defecto en una nivelación
especializada que les permita tener las competencias mínimas para acceder al
proceso de formación. En ese contexto una vez logradas las competencias mínimas
se puede empezar el proceso de entrenamiento que inicia normalmente con la metodología
de estandarización de términos de referencia, normas y estándares aplicables y
juegos de nomenclaturas y especificaciones técnicas aplicables al tema materia de
entrenamiento o instrucción. En el caso de Seguridad Minera se requiere el
conocimiento y experiencia previa en las actividades operacionales especializadas
de la industria como perforación, voladura, carguío, transporte, ventilación,
bombeo, relleno, sostenimiento y similares en las cuales el entrenador debe
tener una experiencia práctica previa debidamente comprobada.
Una
vez estandarizada la nomenclatura y la terminología técnica especializada se
procede con el entrenamiento en el diseño, construcción e implementación de
técnicas de presentación de contenidos, confección de talleres, elaboración de
casos, modelación de situaciones y tecnologías de conferencia-exposición
incluyendo la explicación experimental y las técnicas de demostración de
experiencias vivenciales. Esta etapa es fundamental para mostrar el contenido y
sus principales aspectos vinculados de la manera más consistente, creíble,
transparente y confiable posible por parte del instructor a cargo del
entrenamiento.
La
etapa siguiente del proceso de formación de entrenadores consiste en el
desarrollo de técnicas pedagógicas de transmisión efectiva de conocimiento que
incluyan el análisis del público objetivo, la diferenciación de las intenciones
de aprendizaje, el grado de interés que la clase debe mantener y toda la logística
y tecnología pedagógica disponible que puede utilizarse actualmente en
distintas condiciones de entrenamiento en particular en la condición de
entrenamiento en campo que es al más común en las actividades industriales y mineras.
Finalmente el proceso se
competa con el desarrollo de técnicas de evaluación del conocimiento
desarrollado durante el entrenamiento de manera que los instructores puedan
aprender los criterios, métodos y procesos para evaluar objetivamente el
aprendizaje de quienes aprenden de sus experiencias y lecciones en capacitación
y entrenamiento de campo. En esta etapa el entrenador se convierte en un
maestro que puede transmitir conocimiento y experiencia con legitimidad, se
hace experto en la presentación de contenidos y puede evaluarlos con solvencia
en cada una de sus competencias luego del debido entrenamiento. Una experiencia
admirable que agrega importante valor a la organización.
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