Las
condiciones cambiantes del mercado, los cambios en la manera de hacer negocio, la
búsqueda de nuevos socios para relaciones de largo plazo, los nuevos escenarios
de contexto, las nuevas reglas de gobierno corporativo, la experiencia
empresarial con el cliente, la cultura de valores en la empresa y la ética personal
y profesional de los colaboradores se combinan y coexisten en la necesidad global
de una mayor transparencia y mejores controles al acceso a información
privilegiada de los ejecutivos en las organizaciones empresariales.
A
lo largo de la historia podemos recordar los grandes fraudes empresariales generados
a partir de conductas anti-éticas que originaron etapas de amplia crisis económica
y corporativa a nivel global donde algunos ejecutivos obtuvieron efímeramente astronómicos
ingresos de corto plazo a partir de la información privilegiada de las compañías
que administraron haciéndose ricos mientras sus corporaciones quebraban. Este
proceso presenta como consecuencia el cierre de agencias, empresas y la
persecución de ejecutivos para aplicarles sanciones civiles y penales algunas
de las cuales aún están por resolverse a pesar del tiempo transcurrido.
Como
se sabe, los ejecutivos de las empresas tienen acceso a información técnica interna
de las mismas que el mercado no necesariamente conoce y que no es del dominio
público en lo que se denomina “información privilegiada”, la misma que si es
utilizada en forma incorrecta o malintencionada puede beneficiar directa o
indirectamente a ciertos individuos o grupos de individuos en perjuicio de
otros. Es por ello que se requiere que los ejecutivos de las organizaciones puedan
actuar en forma ética y desempeñen sus actividades con la mayor transparencia
posible.
La
transparencia en el acceso y el buen uso de la información se vuelven críticos en
la gestión tanto para mostrar los anuncios de mercado a nivel de posibles nuevos
proyectos, cambios, modificaciones o logros alcanzados en la compañía, cuanto
para proveer al regulador y al mercado de información correcta, veraz y
verificable de manera efectiva. El proceso es simple, se requiere transparentar
las cuentas con información contable auditada a disposición del público que lo requiera,
comunicados de prensa y anuncios de mercado para inversionistas potenciales con
el debido sustento y respaldo demostrable.
El
problema de fondo sigue siendo un problema de valores. Los valores están cada
vez más escasos y las reglas morales de dominio personal y profesional se ven
cada vez más relajadas en los actuales ejecutivos. Es necesario un “shock de
valores” que retome las raíces de la cultura del valor personal que logre formación
profesional a partir de la formación personal y familiar de los nuevos ejecutivos
ya que el trabajo como siempre empieza por casa. Solo buenas personas podrán dar
origen a buenos profesionales con valores que puedan guiar la excelencia
empresarial para lograr una mayor competitividad en las organizaciones.
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