Los
inversionistas utilizan herramientas financieras para analizar sus alternativas
de inversión de manera que puedan tomar decisiones informadas con supuestos de
riesgo y retorno claros ante cada posibilidad de inversión planteada. Para
nadie es un secreto que los inversionistas buscan siempre maximizar la
rentabilidad de sus inversiones y una manera básica de calcular esta
rentabilidad es a través de indicadores de rentabilidad clave conocidos como el
ROE (Return on Equity) y el ROA (Return on Assets).
El
ROE es un indicador diseñado para medir la rentabilidad que se obtiene
sobre el Capital Contable o los fondos propios que se usan en las inversiones
mientras que el ROA es un indicador que permite medir la rentabilidad que se
obtiene por los Activos que ese Capital Contable ha generado o puede generar en
la organización.
En
ambos conceptos hay una simple y poderosa concepción de rendimiento esperado
por cada dólar invertido inicialmente (ROE) o por cada dólar de activo que la
inversión puede generar (ROA). Así tenemos:
ROE
= Utilidad Neta / Capital
Contable
ROA
= Utilidad Antes de Intereses e Impuestos / Valor de los Activos
Nótese
que el cálculo del ROE toma en cuenta directamente las utilidades netas para
compararlas con el capital contable mientras que en el caso del ROA se toma en
cuenta las utilidades antes de intereses e impuestos (EBIT) que son los fondos
generados antes de una aplicación de condiciones tributarias y financieras que
escapan al manejo gerencial, de manera tal que esos fondos generados se puedan comparar
con el valor de los activos que han podido generarse en el tiempo sobre la base
del capital contable inicial de la organización.
En
el cálculo del ROA intervienen claramente dos poderosos conceptos de capacidad
gerencial que suelen ser poco analizados y entendidos. El primero contempla la
capacidad de generación de fondos para hacer frente a la gestión tributaria y financiera tomando en cuenta que las condiciones tributarias y financieras ya vienen parametradas por el mercado y el marco regulatorio escapando en gran medida al alcance de propia la gestión gerencial. El segundo contempla la capacidad de la gerencia para generar
activos reales con un valor de mercado claramente superior a partir del capital contable inicial con el que
cuenta la organización.
De igual forma la diferencia entre el ROE y el ROA nos da una idea del apalancamiento que puede orientarse de manera que si el ROE que representa la rentabilidad económica es mayor que el ROA aun queda un espacio para el endeudamiento pues en este caso los costos de la deuda son inferiores a la rentabilidad económica mientras que cuando el ROE es menor que el ROA no vale la pena endeudarse pues claramente los costos de la deuda son superiores a la rentabilidad económica y por lo tanto conviene desembolsar fondos propios para lograr financiar los activos necesarios.
En forma complementaria y dado que el valor de las organizaciones queda cada vez más
definido por la capacidad de generar caja (EBITDA) que por los activos con los
que se cuenta entonces una medida interesante de rentabilidad también podría darse a partir
de la lectura del EBITDA/Capital Contable y también por extensión del
EBITDA/Activos que la organización pueda lograr. Otra medida similar y en participar
muy útil en el caso de proyectos es el EBIT/$ de Capex el cual también puede
ser usado para analizar la rentabilidad de los fondos asignados al Capex de los
proyectos.
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