Sinceramente no pensé asistir a
ver con mis propios ojos un nuevo cambio tecnológico desde la aparición del
internet en los años 90 con la llegada del Word Wide Web (WWW). Recuerdo en los
laboratorios de la Universidad de Lima haber respondido con mis amigos del
entonces Círculo de Astronomía un precario y adelantado correo electrónico incipiente
en una máquina con cursores verdes parpadeantes como la cúspide tecnológica de
entonces. (CENCO y sus PCs así como la VAX del CIPI eran la máxima tecnología de
mi época de estudiante). La llegada del internet cambio el mundo y gracias a la
Red Científica Peruana (RCP) teníamos conexión a través de las líneas telefónicas
con un chirrido de sonidos que hoy bien podrían un interesante ringstone (eso
es arqueología de la red jajaja y eso que los teléfonos fijos de las casas tenían
un literal súper- candado YALE para no gastar en extensas cuentas de teléfono con
esta rareza que para los padres era solo la moda pasajera del internet). Qué
tiempos aquellos!!.
Es claro que la revolución de
internet con www en los 90s en sí misma mostraba entonces el salto tecnológico más
grande desde la revolución industrial de la segunda mitad del siglo XVIII.
Estas transformaciones literalmente cambiaron el mundo. Pues bien ahora mismo desde
el 2009 y en pleno desarrollo incipiente hoy 2017 la tecnología blockchain está
transformando el mundo y es un cambio brutal una tecnología disruptiva. Llego para
quedarse y transformar nuestra manera de interactuar en el mundo. En términos prácticos
se inicia la era del blockchain con millones de aplicaciones y trayendo de paso
la era de las criptomonedas y una nueva forma transaccional de intercambio
de valor dejando el dinero actual en el pasado y reservándolo quizá para los
coleccionistas y museos de la historia humana.
El encriptamiento por medio de Secure
Hash Algorithm (SHA) o más precisamente con SHA256 (usando los estándares de
SHA-2) permite lograr un criptograma único y verificable para encriptar cualquier
input de entrada (un texto, una firma, un acuerdo, una foto, un video,
literalmente un garabato o lo que prefieran encriptar). Esto constituye una
poderosa transformación que evita la posibilidad de alterar la fuente original
y evita la falsificación en cualquier nivel (aunque la computación cuántica puede
darnos una sorpresa aun así el algoritmo puede sofisticarse más) lo cual puede
ser verificado por cualquier ordenador. Esto significa que ya no es necesario
tener notarios, no es necesario bancos centrales, reguladores ni ningún tercero
que actué como fedatario de la información que se consigna.
Ahora bien, así como se puede encriptar
cualquier input con SHA256 también es
posible encriptar transacciones y juntarlas en bloques y a su vez en encriptar
grupos de bloques también para que puedan ser verificados por la comunidad de
ordenadores quienes validan la información generando concesos. Y por qué no! También
con la posibilidad de resolver el algoritmo del protocolo Bitcoin y pasar a
minar (pero oro ni plata ni metales, sino bitcoins, ethereum o similares)
criptomonedas hasta que el límite de diseño lo permita. O bien solo cambiar la
manera de transferir valor, eliminar los intermediarios en las cadenas de
suministro, asegurar la confianza en la documentación y en los activos y porque
no en el mercado y en las personas aun no conociéndolas haciendo transacciones directas
y seguras sin intermediación. Criptofinanzas
para todos. Lo máximo.