En
condiciones normales existe una relación directamente proporcional entre el estado de avance de un proyecto minero y
el precio de su acción en el mercado. Es decir que el valor de la compañía
depende en gran medida del estado de avance de sus proyectos. Por ello es necesario hacer una
reflexión de lo que significa desarrollar un proyecto y conducirlo hasta un importante
estado de avance que lo ponga en valor.
La
mayoría de las empresas mineras junior mantienen una mentalidad de exploradores
(drilling, drilling y más drilling…) y por lo tanto condenan el valor de su
acción a un mercado de expectativas que reflejan sus anuncios al mercado
conforme se van obteniendo resultados de las exploraciones. El resultado
esperado puede ser avanzar con el proyecto o convertirlo en un atractivo
interesante para la venta a otra junior más grande, a un inversionista o a un
minero que potencialmente pueda desarrollar el proyecto.
El
mercado premia compañías que tenga un claro foco en ponerse a operar el
proyecto, es decir, obtener los permisos, construirlo y operarlo para
convertirse en productor minero formal que permita un flujo de caja consistente
con el cual dar el salto de valor de la compañía. Este proceso escalonado
permite dar en el camino varios saltos de valor al precio de las acciones en el
mercado. De esta manera un proyecto con permisos (EIA y Autorización de
Construcción aprobados) tiene más valor que un proyecto que aún no tiene un EIA
o que solo tiene un expediente en
trámite regulatorio (Aprobar un EIA actualmente en el Perú toma un
promedio de 10 meses de trámite formal real). Esto supone haber previamente
confeccionado el EIA que a su vez requiere una Línea Base Ambiental completa
(Mínimo 2 años para ver los ciclos biológicos)
y haber completado el proyecto a nivel de factibilidad (para evitar que
los componentes del proyecto puedan variar de ubicación en el emplazamiento).
En suma se requieren cerca de 257 trámites con al menos 4 instituciones y 10
meses de trámite intenso para lograr obtener un EIA aprobado en minería para
producción de mina conforme a nuestra realidad regulatoria peruana.
Contar
con un proyecto modelado para producción requiere desarrollar las etapas de consolidación de la data, revisión de factibilidad y desarrollo de una
ingeniería de detalle completa que permita explicitar la etapa de construcción
para dar inicio a los trabajos de operación minera productiva. La ingeniería de
detalle de un proyecto de mediana minería (Menos de 24,000 TMD) puede tomar de
6 a 8 meses de trabajo intenso, interdisciplinario y de alta especialización
profesional con la participación de empresas especializadas en diseño civil,
metalmecánico, eléctrico, sanitario, ingeniería de procesos e instrumentación y
control para lograr un expediente de ingeniería de detalle que normalmente
integra varios miles de planos como especificaciones para las empresas
constructoras.
La
construcción requiere previamente una licitación para obtener alternativas de precio bajo
los parámetros especificados en la ingeniería de detalle. Las empresas
especializadas en construcción tienen tarifas establecidas base sobre las
cuales se puede estimar con variaciones dependiendo de la localización y
dificultades propias del emplazamiento los costos de movilización,
desmovilización, obras civiles, metalmecánicas, eléctricas y de instrumentación
en los casos de planta y mina para poder completar el proceso constructivo que
normalmente para minas medianas toma de 6 a 8 meses dependiendo de la
complejidad del proyecto.
De
igual forma la especialización ha llevado a tomar en consideración la
participación creciente de empresas contratistas mineras especializadas para
obtener tarifas competitivas que permitan a la compañía minera pagar por
tonelada o por cubo de mineral puesto en planta, o bien por metro de avance en
el caso de las exploraciones de mina según sea el caso. De esta manera si para
lograr obtener un (01) metro de avance o una tonelada con determinadas
características de calidad (ley de cabeza estimada) el contratista utiliza uno
o varios equipos, una o varias guardias, una o varias infraestructuras, o en
general uno o varios recursos se trata de un problema estricto de eficiencia
del contratista y no de la gestión de la compañía minera. Para ello es
necesario generar un esquema de eficiencia y eficacia que permita transferir al
contratista minero una tarifa justa que permita cubrir sus costos y obtener una
utilidad real que le facilite innovar para ser más eficiente, eficaz y
productivo basando la relación en
procesos horizontales y profesionales de cooperación y crecimiento de largo
plazo.
En
el camino es claro que un proyecto construido tiene más valor que un proyecto
con ingeniería para construirse y a su vez un proyecto en producción con planta
operando tiene un valor de mercado mucho más alto que uno en vías de
construirse o construyéndose. En cualquiera de las etapas existe financiamiento
directo contra la producción que permite hacer que los proyectos se conviertan
en una realidad concreta que eleva el valor de la acción hasta alcanzar su
dimensión real.
El proceso es simple,
transparente y no es complejo, quedando claro que las etapas de un proyecto son
las que deberían verse reflejadas en el salto de valor de las acciones de la
compañía que lo desarrolla de manera racional, si no es así es porque existe
una distorsión probablemente debida a otros factores que pueden ser
especulativos, políticos, sociales o en general variables externas que ni la
compañía ni el mercado pueden controlar. Si esto no se da entonces el proyecto
adquiere su dimensión real y el mercado determina el precio reflejándola verdadera dimensión
del proyecto minero.
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